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viernes, 8 de abril de 2011

Un día en la vida

Las cosas no siempre salen como uno las espera, pero siempre hay situaciones más o menos predecibles.
Es sabido que si uno sube al colectivo con un pase de discapacidad, el chofer va a hacer cuanto desprecio se le cruce por la mente para denotar que se "está viajando gratis". Mi opinión al respecto es que tiene que agradecer poder ejercer su derecho al trabajo, algo que, quizás no sepa, se le niega a diario a las personas que usan dicho pase...
Uno cree que las maestras tienen la noble tarea de educar, pero cuando se les presenta la ardua tarea de ampliar fotocopias y evitar que un nene sea golpeado, automaticamente consideran que su trabajo se vio acrecentado exponencialmente y en ese momento deciden que ese niño tiene "necesidades especiales" y es cuando intentan por todos los medios sacarlo de su escuela... ¡Qué bueno que pasa cuando aún están en la primaria así ese futuro ciudadano no aprende nunca de igualdad y respeto y ya aprende a conservar su lugar marginal!
Pero bueno, colectiveros y maestras, personas que consideran que el estado les "hace un favor a los discapacitados", después de todo repudiamos la idea de encerrarlos en una reja como quería Quarracino y con eso nos sentimos humanitarios...
Pero también en un núcleo más cercano consideran que quienes tienen una discapacidad son seres humanos de descarte, una especie que Dios puso en la tierra para hacer beneficencia pero ¡Guarda! No vaya éste grupo a creer que verdaderamente los consideramos "gente como uno"...
Gracias al mismo Dios que acabo de nombrar existe Gente pero con mayúscula, que no hace caridad ni siente lástima, que ve más allá de una condición e imparte igualdad, en todo el sentido, sin otorgar beneficencia sino pregonando que, con las herramientas necesarias, todos pueden dar lo mejor de si y llegar al mismo resultado...
Tratemos de llegar a la igualdad... Así como un alérgico toma un antihistamínico, una persona con baja visión sólo necesita letra más grande, un sordomudo sólo necesita lenguaje de señas (que tendría que ser obligatorio para toda la población así lograr una verdadera integración, después de todo nos matamos por aprender inglés...), un diabético necesita insulina, un asmático el broncodilatador, un paralítico una silla de ruedas, etc.
La cantidad de veces que se "corra" al médico no es causal de discriminación, después de todo no es toda la sociedad ni el grupo primario en su totalidad quienes acompañan en esas visitas.
Brindemos herramientas y oportunidades.

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